Suszana T Door

– Crecimiento personal –

¡Nuestro encuentro místico!

 ¡Hola soy Suszana! 

Todos tenemos heridas emocionales. Estos se forman en nuestra primera infancia, en función de la dinámica relacional que tengamos con nuestros principales cuidadores. 

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A lo largo de la vida, vamos reproduciendo, una y otra vez, situaciones que nos acercan a esta herida.

Es la necesidad inconsciente de repetir el patrón. Esto satisface una necesidad de sentirnos seguros, para nosotros como seres humanos. La repetición de conductas está relacionada con la supervivencia. Hacemos las cosas de la manera que aprendimos, en la familia, de nuestros mentores y formaciones académicas, religiosas y cultural. Utilizamos, precisamente, los mecanismos de defensa que creamos cuando éramos niños y que nos permitieron afrontar, de la mejor forma posible, las experiencias tempranas que nos pudieran causar dolor.

Incuestionablemente, cada uno de nosotros ha tenido sus propias experiencias, ha estado inmerso en un sistema familiar único, dentro de normas sociales y culturales específicas. Por tanto, cada uno de nosotros tiene una forma particular de gestionar las situaciones que se nos presenta en ilusorio pensar que todos pasamos por lo mismo, cada una trae su propia historia para vivirla. la vida. 

Sin embargo, existen 5 heridas emocionales que todos, como seres humanos, compartimos.

Con cada herida, también hay un mecanismo de defensa que creamos para manejarla. Parece contraproducente que, para evitar a toda costa que nuestro miedo se convierta en realidad, lo que hacemos, en realidad, es re afirmarlo. Y, así, creamos situaciones repetitivas en las que revivimos nuestra herida, hasta que podemos comprender y trascenderla.

Las 5 heridas viven dentro de cada uno de nosotros. Dependiendo de cada caso, puede haber una más fuerte que otra. O, quizás, puede haber dos que sean predominantes. La clave es tener una comprensión más amplia que nos lleve a conocernos mejor.

 Saber que lo que vivimos de niños nos sigue afectando hoy como adultos y que ser conscientes de ello es el primer gran paso hacia la sanación.

  1. Miedo al abandono:

Esta herida está relacionada con niños que sintieron una profunda soledad. Se crea, generalmente, entre los 0 y los 3 años de edad. Quizás uno de los padres no estaba presente o, incluso cuando lo estaban físicamente, existía una gran barrera emocional, que no permitía que el niño sintiera plenamente su presencia. Por lo general, ocurre predominantemente con los padres del sexo opuesto. Su máscara o mecanismo de defensa es la dependencia. Esto los hace emocionalmente dependientes de sus parejas y de su círculo más cercano. Sienten que realmente no pueden arreglárselas por sí mismos.

  1. Miedo al rechazo

Se genera desde el momento de la concepción, hasta el primer año de edad. Se vive, principalmente, con el progenitor del mismo sexo. El sentimiento es de no aceptación, sentimiento de que el cuidador no los acepta por completo. Esto puede suceder por razones masculinas, por ejemplo, cuando la madre acaba de dar a luz y tiene mucho dolor y no puede sostener al bebé, o en el caso de una depresión por parte de los padres. La máscara del huidizo. Las personas con esta herida pueden aislarse, o cuando son rechazadas en la vida adulta suelen hacer un corte definitivo o desaparecer.

  1. Miedo a la traición

Se origina entre los 2 y 4 años de edad. El niño siente que su cuidador lo ha decepcionado. Que no puede confiar en él, que no ha estado a la altura de las expectativas. La máscara o mecanismo de defensa es el control. Las personas con esta herida sienten una gran necesidad de controlar todo lo que les rodea. Les cuesta confiar en los demás. Intentan imponer su punto de vista y no toleran las mentiras de los demás.

  1. Miedo a la humillación

Se genera entre el primer y tercer año de vida. Han tenido una experiencia de frustración en relación con el placer. La imposibilidad de disfrutar plenamente. Su máscara es el masoquismo. Anteponen las necesidades de los demás a las propias. Tienen una actitud siempre servicial. Entran en pánico por el disfrute porque temen que las emociones puedan desbordarlos.

  1. Miedo a la injusticia

Ocurre entre los 4 y los 6 años de edad. Han sentido que el desarrollo de su individualidad se ha reducido totalmente. Han experimentado frialdad e insensibilidad por parte de su cuidador. Por lo general, el padre o la madre del mismo sexo. Su máscara es la rigidez. Necesitan vivir en un mundo perfecto, donde no haya lugar para el dolor. Tienden a bloquear su sensibilidad. Y son muy exigentes consigo mismos.

Mi herida emocional

Mi herida emocional es, sin duda, el miedo al rechazo. Ese miedo me ha llevado, durante mucho tiempo, a estar más centrado en el otro, a no comprometerme totalmente conmigo, a no mostrarme. Cuando pude entender, realmente, lo que me estaba pasando, descubrí que mi niña seguía al mando de mi vida.  al volver a ese momento y lugar, me sentí libre de saber qué me estaba pasando, qué mecanismos de defensa se activaron y por qué. Incluso hoy, cuando me doy cuenta de que surge el miedo al rechazo, me miro con compasión, abrazo a mi niña y le recuerdo que hoy, yo estoy a cargo. y me digo que estoy a salvo, que me mimo, que me veo.

La mejor terapia para sanar  nuestras heridas emocionales.

El primer paso para curar es ver. Si te sentiste identificado con algunas de las heridas que he mencionado aquí, seguí investigando al respecto. Profundizá un poco más. Identifica cuándo surgió. ¿Qué pasó para que tu niño interior sintiera ese miedo?

No existe un solo método técnica específica para sanar estas heridas emocionales. Permanecen con nosotros durante toda nuestra vida. Sin embargo, comprender nos transforma aprendemos a manejarlas y saber cuándo se presentan.

Iniciar un proceso terapéutico, con un profesional que pueda ayudarnos a identificar qué patrones estamos repitiendo y por qué, es profundamente curativo.

En definitiva, trabajar en nuestra autoestima y fortalecer nuestro amor propio es lo que nos recuerda que lo que hemos vivido no nos define y que dentro de nosotros tenemos el poder de elegir cómo queremos vivir nuestra vida.

Podes identificar cuál es tu herida predominante y el mecanismo que utilizas, podes transformar tu vida por completo y liberarte de la necesidad de reproducir experiencias que ya no cumplen un propósito amoroso en tu vida.

Comenzarás a comprender que cada experiencia que has vivido ha tenido una razón de ser y que ya no necesitas seguir actuando de la misma forma.

Entonces, poco a poco, vas pelando más capas y te estás acercando a conectarte con tu Ser integro. Ese que es luz, que es amor y que ya está completa.

 Libro recomendado: Las cinco heridas de la infancia –Lisa Bourbeau

Te recomiendo estas terapias con las cuales estoy trabajando teniendo  muy buenos  resultados.

El fortalecimiento del ser, biodescodificación biológica. -estudio de tu árbol genealógico. Y sanar las heridas de mamá.

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 ¡Soy Suszana! ¡Y te desafío a vivir desde EL AMOR y no desde el miedo!

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