Hace un par de años, cuando comencé a integrar a la mujer medicina en mí, no por casualidad comencé a ver la serie Outlander, Una de las primeras cosas que me llevo a reflexionar y a visualizar en mis meditaciones fue imaginar entrar a la carpa Roja como un espacio de la Matriz. Siempre recordaré este sentimiento. La serie me pareció un recuerdo profundo de tiempos lejano donde las mujeres venimos siendo niñas, madres, amantes poderosas y brujas.  Cuando participe por primera vez en una carpa roja, en una meditación guiada De repente era un feto, regresando a la Gran Madre Cósmica para regeneración y nutrición. Sentí que conocía el poder del color rojo, muy dentro de mí: la sangre de la vida, la muerte, la pasión, la sexualidad, la sensualidad, la magia de los rituales y el sufrimiento femenino.  Era casi como si recordara estar en el útero de mi Madre y escuchar los sonidos apagados afuera, viendo siluetas en las paredes internas del útero.

Estar rodeado por la Diosa es un sentimiento impresionante y es exactamente lo que impulsó a nuestros antepasados ​​a creer y adorar a la Tierra como La Diosa Madre, Creadora de todo. Pero lo más importante, y estoy seguro de ello, experimentaron que esto era cierto. ¿Alguna vez has sentido que los árboles te miran? ¿Pacientemente guardando espacio para tu existencia? ¿Alguna vez has sentido la energía de una planta o una fruta al acercarte a ellos? ¿Especialmente para comerlos o cortarlos? No se puede negar que hay una inteligencia en la Naturaleza, y esta inteligencia se siente como una Diosa. Ella está proporcionando y también es feroz y generosa cuando da, pero también de ir la vida de los animales, las plantas y, en última instancia, también de nosotros, los humanos.

Esta experiencia de la energía de la Diosa y el sentido-sentido de Su cosmología es un proceso de recuerdo profundo de Ella como nosotras mismas, porque estamos hechas de la Diosa Madre ya que somos parte de la Naturaleza. Cuando nos fusionamos a la Naturaleza, hay una conexión real con nuestros Cuerpos, por la comida, por nuestro entorno, por estar en esta vida y conectados con los ciclos de la Naturaleza que son parte de nuestra existencia y la razón por la cual nos estamos vivos, y la misma razón por la que moriremos también. De hecho, la Diosa realmente tiene esta naturaleza dual de vida y muerte, y dentro de esta dualidad está el poder alquímico de Transformación, Regeneración y Renacimiento. Cuando dos polaridades se unen, mientras la Diosa las sostiene a ambas de manera tan hermosa, también podemos ser testigos de la trascendencia de ambas.

Debido a que somos parte de un fenómeno global que es la Naturaleza, siempre seremos no restringidos al tiempo y al espacio. Este sentimiento trascendental es algo que podríamos experimentar en la Carpa Roja al participar en una Ceremonia que honra a la Naturaleza, a la Diosa ya esta parte de nosotros que es profundamente Humana y de esta Tierra. Esto plantea la pregunta, ¿cuáles son estas ceremonias que significan honrar a la Diosa? Bueno, porque somos parte de la Diosa y no estamos separados de Ella, las ceremonias de la Carpa Roja siempre serán exactamente lo que se necesita en el momento presente, de acuerdo con lo que está presente dentro de nosotros, los Seres Humanos, y especialmente para la mujer. ya que tienden a estar más conectadas con sus movimientos cíclicos, energía y sintonizados más fácilmente con la naturaleza cíclica de la Tierra (especialmente a través de sus ciclos menstruales). En efecto, los cuerpos de las mujeres son receptáculos de lo Divino, de que esta energía se mueva a través de ellos y se transmute. La naturaleza misma de lo Femenino es ser receptivo, dinámico y un recipiente para el ojo de la conciencia que es el divino masculino.

Quizá sea más fácil comprender que, en el pasado (y aun así en muchos lugares del mundo), gran parte de la realidad de nuestro Ancestro se vio afectada por las fluctuaciones de la Tierra: las abundantes cosechas, las sequías, las inundaciones, la llegada de la primavera, etc. Por lo tanto, cuando compartieron sus preocupaciones, su alegría, etc., naturalmente dieron voz a la parte de ellos que experimentaba la vida de acuerdo con la Diosa. Hoy en día, con la tecnología, los supermercados y el estilo de vida interior, uno podría pensar que estamos más desconectados que nunca del clima y otras fluctuaciones naturales de la Tierra, sin embargo, una cosa que me han enseñado los círculos de mujeres líderes es que todavía estamos muy conectados a estos ciclos naturales de evolución y, de hecho, ¡realmente tendemos a pasar por emociones similares, e incluso lecciones de vida, al mismo tiempo! Esto podría deberse a fenómenos astrológicos que también forman parte de la naturaleza cíclica de la vida.

Además de proporcionarnos un espacio para darnos cuenta de esta interconexión compartiendo nuestras experiencias humanas, la Carpa Roja también nos brinda un espacio para procesar y transmutar estas emociones ancestrales. El círculo tiene una forma de inteligencia propia, que permitirá la transformación alquímica de estas emociones en una energía que es extremadamente cimentadora, y por cimentación me refiero a fortalecer, enraizar, una energía que abre nuestros corazones para aceptar la realidad de que la vida. Esta es la última lección de la Diosa. Cuando entramos en la conciencia que Ella tiene, nos comprendemos (o nos ubicamos internamente) como parte de un todo. De hecho, somos parte de un colectivo, una historia, una serie de eventos que nos llevan a estar aquí hoy, parte de un linaje de Ancestros con sus propias creencias, su propia conexión con su Tierra, sus Historias, sus Alegría y Tristeza, sus Luces y Sombras.

Esta comprensión es puesta a tierra. Nos prepara para experimentar estas perspectivas más amplias desde las cuales ver y apreciar nuestras vidas más plenamente. Y, como resultado, nos sentimos más tranquilas, más centradas en conexión con quienes somos. Y quizás lo más importante, esta perspectiva nos da resiliencia: el coraje y la fuerza y la sabiduría para seguir adelante sin importar lo que pase. Nos da esperanza, fe, humildad y corazón. Es regenerador y me atrevo a decir que nos devuelve a un estado de Inocencia y Pureza. Sin embargo, esta no es la inocencia de un niño que no ha experimentado la vida como un todo, es la experiencia de un alma que, a pesar de los innumerables desafíos y fracasos, los muchos llantos, apegos, momentos de frustración y rabia, a pesar de la desilusión de que la vida podría ser de inmediato como queremos que sea, nuestra alma aún ama, aún da, aún permanece como una prueba de que verdaderamente hay una Fuerza mayor dentro de nosotras para compartir con el mundo. Cuando las mujeres se reúnen en la Carpa Roja, es precisamente para hacer este trabajo. Es porque su Alma los ha llamado a ser parte de este proceso colectivo de Regeneración y transformación ancestral y colectivo

Curar duele. Pero lo que más duele es la negativa de la llamada. El verdadero dolor de vivir es el abandono de uno mismo, la división mente-cuerpo que nos hace temer a la vida. Nuestro dolor puede ser pesado y nuestras almas cansadas hoy, pero la resistencia hace que todo se sienta mil veces peor. El rechazo de donde estamos amplifica el sufrimiento. Hasta que no podamos más. Hasta que no hay salida sino entrada. Sumergiéndonos en la oscuridad, no descubrimos la muerte sino una vida más abundante. Esta es la gran paradoja de la curación, que todos los grandes artistas, poetas y videntes han conocido. Morimos en nuestro trauma y descubrimos nuestro coraje. Los guerreros más feroces son los que han dejado que la vida los rompa y los rehaga mil veces. Los dioses de la curación están llamando a través de tu dolor hoy. Curar duele, sí, pero el dolor en sí mismo puede eventualmente curarte”. —Jeff Foster