La vida también se compone de crisis, “cambios de piel”, a veces bastante dolorosos, que nos hacen detenernos, mirar y poner todo en perspectiva en nuestra vida. Un divorcio, una enfermedad, un paro, una muerte, algo que realmente nos conmueve y que parece sacudir toda la estructura que construimos en un incuestionable hacer constante.

    Ya no sé quién soy”.

    “No me reconozco”.

    “Supuestamente he logrado todo, pero no me siento feliz”.

    “Me siento vaciá.”

Son expresiones que suelen escuchar quienes atraviesan un momento de crisis personal y no saben, en ese momento, dónde agarrarse, porque ya no reconocen nada que tenga sentido para ellos.

Estas crisis se pueden vivir individualmente y/o en pareja, simplemente reemplazamos el “yo” por el “nosotros”.

Algo se perdió en el camino del “Tener” y lo que se sacrificó fue la conexión con el alma. El sentimiento de vacío surge y permanece, y se entra en la verdadera aridez espiritual.

Pasar por una crisis es como atravesar un desierto sin saber dónde estás ni a dónde ir; es caminar solo por un camino oscuro, lleno de niebla, con la luz justa para dar el siguiente paso.

Pasar por una crisis a veces es profundamente doloroso e incómodo, ya que nunca sabemos cuánto durará y ni siquiera sabemos la salida. Y cuanta más prisa tenemos por salir de esta crisis, más nos pide la Vida entrega y confianza.

Solía ​​decir que, cuando éramos adolescentes, cuando nos rompían el corazón, nos íbamos a casa, llorábamos solos y seguíamos escuchando la música más triste posible y llorando aún más. Después de un tiempo de hacer esto, vino el alivio y la serenidad, y luego nos abrimos nuevamente al amor. No lo sabíamos, pero el alma sabía que sólo cavando más profundo, permitiéndonos sentir lo que había que sentir, podríamos atravesar y encontrar la salida, sin pensar en ello.

Una vez al año, las serpientes mudan su piel. En este cambio de piel, hay un momento en que la vieja piel se cae, la nueva aún no ha nacido y la serpiente está en carne viva, profundamente vulnerable, sin saber cuándo aparecerá la nueva piel.

Pasar por una crisis es pasar por un cambio de piel. Y este es a veces un proceso profundamente doloroso que nos obliga a conectarnos con los dolores, miedos y heridas más profundas dentro de nosotros mismos.

Y mientras la piel no nace, solo podemos rendirnos y confiar en que la piel nacerá.

Es un reaprender a “Ser”, a callar las voces que nos dicen que tenemos que “Hacer” ya escuchar atentamente la voz interior de nuestro corazón. Y para “Ser” es necesario tener coraje y trabajo sagrado (trabajo sagrado).

Es volver al humus (a la humildad), a las raíces y recuperar la conexión que se había perdido. Y para eso, vamos a tener que decir que no a muchas cosas y eliminar viejas formas a las que nos acostumbramos durante tanto tiempo y que pensamos que eran nuestras.

Pasar con valentía momentos de crisis es caminar por una noche oscura, y a pesar del miedo, el descontrol y la incertidumbre, seguir caminando, confiando en que es a través de ese mismo caminar que un día te encontrarás a ti mismo.

Sin embargo, por mucho que se intente explicar cómo se pueden atravesar momentos de crisis con valentía, la experiencia personal de cada uno nunca cabrá en palabras, tan reduccionistas para una dimensión que es vivida por el alma.

En estos cruces del alma, la coaching espiritual puede ayudar. Un espacio sagrado, confidencial y sin prejuicios para compartir y escuchar, donde la persona se entrega honesta y segura a una inmersión profunda de reflexión y crecimiento hacia sí misma. Un camino de compromiso, hecho de miradas, tonos y sentidos que conduce a la esencia de lo que eres. Un encuentro experiencial de profundo silencio donde respiramos humanidad y vulnerabilidad, y donde nos sumergimos, abrazando y aceptando lo que es y lo que está por venir.

Todos enfrentamos crisis. Cruzar con valentía, decir “Sí” al cruce, eso es solo para ciertos héroes y heroínas, que eligen sin saberlo, pelear la batalla más grande que jamás haya existido, la que se pelea dentro de nosotros, con nosotros mismos y esto no es una batalla por cobardes.

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